Hoy iba a repasar en la pizarra los ejercicios de perspectiva. En un principio, para no perder demasiado tiempo haciendo las figuras en la pizarra había pensado crear un archivo con las soluciones y proyectarlo con el cañón. Ahora bien, a la vista de lo que he observado en las entradas anteriores, no es tan importante que el alumno visualice el resultado final al que se llega, sino el proceso y las decisiones que hay que tomar para llegar a dicho resultado. Este es uno de los puntos fuertes del uso de la pizarra desde un punto de vista clásico, en la cual el alumnado puede observar cómo el docente lleva a cabo todo el proceso de realización del ejercicio paso a paso, acompañado de las explicaciones.
En el caso de utilizar un archivo digital, lanzado a través del cañón. Para conseguir el mismo efecto tendría que crear distintas diapositivas con cada uno de los pasos intermedios, lo cual me hubiera llevado demasiado tiempo y finalmente he desechado esta opción.
Por lo tanto, durante la sesión he repasado los ejercicios de perspectiva usando la pizarra tradicional y la tiza. Y me he dado cuenta de otra gran ventaja. En varias ocasiones algún alumno me ha interrumpido durante la explicación para realizar alguna consulta, la flexibilidad que aporta la pizarra al poder borrar, modificar o añadir gracias al borrador y la tiza, permite adaptar fácilmente lo que se muestra en la pizarra a lo que el alumno en ese momento necesita, algo difícilmente de conseguir con el archivo en digital a no ser que trabajemos con una pizarra digital interactiva (PDI).
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